Gota a gota el agua se agota.
Lo que se juega no es la gestión del agua sino su gobierno.
Cuando del agua se trata hablamos de lo más vital para que se pueda conservar la
vida. Es indudable que la mayoría de nosotros, en los pasos de nuestra formación
educativa y de vida, fuimos guiados para saber el uso y el cuidado que debemos
tener con el agua.
Es penoso que muchos hasta que les faltó el agua no se dieron cuenta de lo valioso
e imprescindible que es.
Para cada uno de nosotros y en algunos casos está dejando un recuerdo complejo y
traumático que es imborrable de la vivencia y memoria.
El valor que tiene el agua, nos enseña qué debemos ser cuidadosos en su uso.
Mi abuelo decía cincuenta años atrás dejen bien cerrada la canilla que “gota a gota el agua se agota”.
El agua es, fue y será instrumento de poder. Y por tanto, su administración otorga poder. La lucha por el agua es muy antigua y los desarrollos tecnológicos han
servido no sólo para aumentar la capacidad de creación de riqueza del agua sino también a los usos del poder, es decir, a quien beneficiaba esa riqueza.
Los señores feudales buscaban un trazado con saltos bruscos de nivel; en ellos se
ubicaron molinos cuya utilización generaba el pago del correspondiente tributo,
generalmente en especies.
Por eso el agua debe estar en manos de un estado que vele por las necesidades
comunes y no comerciales.
Distribuir y potabilizar agua no debe dar ganancias económicas al estado.
En la vida me ha tocado vivir en otros países, y he experimentado en viajes que he
tenido, que en algunas partes del mundo, donde el agua es escasa, los habitantes
tienen que ver de qué modo pueden tener el agua necesaria para satisfacer sus
necesidades básicas.
Incluso conozco de algunos que han emigrado a otros países y la razón básica fue
por la dificultad de acceso al agua, y al llegar a su nuevo destino, una de las cosas
qué más valoraban es lo accesible que es el agua.
En Uruguay, somos privilegiados por la calidad que tenemos del agua, que no solo
está a nuestro alcance, sino que es agua que podemos ingerir con toda confianza.
Eso nos hace responsables en saber darle el cuidado necesario y no desperdiciarla.
Un elemento fundamental es que podemos elaborar discursos para pedir a la gente
el correcto y prudente uso del agua, lo que no está mal, pero es mucho más efectivo
si podemos con el ejemplo demostrar la manera más apropiada y sabia en el
manejo del agua, el cual, sin lugar a duda, es vida para cada uno de nosotros.
La urbanización del agua tiene muchas razones de ser. Algunas, de naturaleza
económica.Otras, vinculadas a la higiene pública y el derecho de acceso.
Todas ellas están relacionadas con una vieja cuestión: el control del agua desde la
proximidad de la administración del derecho al agua.
Eso está en debate nuevamente , como ya pasó hace siglos en el mundo.
El poder se ejerce con instrumentos distintos:
En primer lugar, es democrático y con distintos niveles de representación.
En segundo lugar, sus instrumentos materiales se sustentan en información,
conocimiento y finanzas.
En tercer lugar, el ámbito jurídico es sensible a esa combinación, lo que se expresa
en las presiones regulatorias.
Debemos dar la lucha correspondiente en vigilar y educar por el mantenimiento del
agua en manos de la ciudadanía, ya que es un bien natural finito.
El agua no tiene partidos ni gobiernos, el agua es nuestra, hagamos la defensa de ella en
todos sus órdenes.
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