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El Patrimonio Intangible como identidad cultural.

Hace días en la sede de la CAF, la Embajada de Panamá realizó una exposición con motivo de los 504 años de las Fundación de la Ciudad de Panamá, de tres expresiones de su país declaradas Patrimonio Intangible de la Humanidad, que están expuestas en la sede de dicho organismo en la calle Ciudadela 1235. El Embajador de Panamá en Uruguay y ex Ministro de Cultura, Carlos Aguilar Navarro, tuvo la deferencia de proponerme a exhibir algunas de mis máscaras de la festividad del Corpus Christi de la Villa de los Santos y de la Danza de Congos, las cuales junto al sombrero Pintao han sido incorporadas a esa lista por parte de la UNESCO. Di una palabras son el cuerpo del presente artículo el rol de las máscaras como componente del patrimonio cultural.

Desde los años 60, las Naciones Unidas establecieron un marco de políticas decenales de del desarrollo como parte de su estrategia de impulsar objetivos colectivos a escala global y a fines de los 80, se estableció el Decenio de Desarrollo de la Cultura, con el objetivo de una mayor comprensión global del rol de la cultura en el desarrollo.

Ello fue la génesis de las décadas marcadas por los Objetivos del Milenio, los Objetivos del Desarrollo Sustentables (ODS) y de las actuales orientaciones de políticas de la presente década definidas por los Objetivos al 2030. En el marco de ese decenio de los 90, se proyectó una atención a los diversos aspectos culturales, los cuales se producían en el contexto de una creciente preocupación de los países por los impactos de la globalización en la sustentación de las diversas culturas nacionales y en la irrupción de fuertes preocupaciones por la homogeneidad cultural a escala global.


Ello derivó entre otras acciones en la realización de un amplio Informe sobre la situación y perspectivas de la cultura en el nuevo contexto de la globalización. La coordinación de dicho informe fue solicitada por las Naciones Unidas al peruano Pérez de Cuellar, que había sido el Secretario General de dicha organización cuando se proclamó el Decenio de la Cultura. El informe que se llamó “Nuestra Diversidad creativa” revalorizó destacadamente el concepto de la identidad de las culturas y su rol en la construcción de las naciones alrededor del mundo, y que asumió algunas de las expresiones de lo que fue en siglo anteriores los conceptos y valores de los nacionalismos.


En los 90, muchas naciones del mundo, especialmente de los países en desarrollo, veían con preocupación además como en las listas de declaraciones de Patrimonios de la Humanidad establecidas desde el año 1972 en el marco de la UNESCO y que referían a los patrimonios materiales y naturales, ellos tenían muy pocos bienes y habían comenzado a plantear la necesidad de un enfoque más diverso, de cara a un valorización de otras manifestaciones culturales. El paradigma dominante previo refería a una concepción del Patrimonio Cultural de la Humanidad apoyado en la concepción tradicional de las Bellas Artes y fuertemente apoyado en la arquitectura, la pintura y otras expresiones materiales generalmente físicas y que referían más a tradiciones culturales históricas que a las culturas vidas y populares.


El Informe atento a las nuevas concepciones que se planteaban propuso un enfoque más diverso del patrimonio cultural y aportando una mirada de carácter antropológico sobre la cultura, como expresión social, colectiva y diversa de las distintas manifestaciones y expresiones culturales. Revalorizó el patrimonio vivo de los artesanos y de las personas y colectividades como parte de las múltiples expresiones culturales.


Este enfoque derivó en la formulación de políticas y concepciones culturas superador de las tradicionales miradas centradas en las culturas de elites, en la valorización exclusiva de los bienes físicos especialmente arquitectónicos y comenzó a reconocer múltiples expresiones colectivas populares, etnográficas y folklóricas tales como las cocinas, las fiestas, las tradiciones y también las máscaras y las vestimentas, la música y múltiples tradiciones de prácticas sociales.

En esa línea comenzó a reconocerse más ampliamente el rol de las culturas indígenas o ancestrales, la importancia del pluralismo y la diversidad creativa en el desarrollo de las sociedades con nuevas miradas sobre las culturas populares e identitarias en un mundo cada vez más global. Frente a algunos paradigmas homogeneizadores el Informe encaró el concepto de la diversidad cultural como el gran impulsor del pluralismo, y amplió los conceptos de las políticas culturales a escala global que comenzaron a centrarse ahora en la diversidad y la identidad.


Condujo a la aprobación de la Convención del Patrimonio Intangible de la Humanidad en el año 2003, y que en estos 20 años, ha ido estableciendo un listado para el momento actual de 676 elementos del Patrimonio Inmaterial de los cuales 90 están en 22 países de América Latina. Dentro de esa lista muchas son manifestaciones socioculturales identitarias que utilizan máscaras. En este caso las fiestas religiosas de Corpus Christi o las expresiones de resistencias culurales de los Congos. Ello muestra claramente como la Máscara es un componente fundamental del Patrimonio Cultural.

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