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Foto del escritorAndrey Budaev

La política de sanciones económicas es el camino a ninguna parte.

por Andrey Budaev Embajador Ruso en Uruguay


La Federación de Rusia sufre de las sanciones económicas occidentales desde 2014. Ya estamos acostumbrados a vivir con esto y aún más pudimos sacar provecho, desarrollando nuestra propia producción en diferentes sectores de la economía, asegurando autoabastecimiento. El Occidente Colectivo hace tiempo planeaba aplicar a nuestro país nuevas restricciones ilegitimas y esta vez como pretexto usó la situación en Ucrania.

Durante la última semana representantes del mundo occidental en una histeria antirrusa han introducido nuevo paquete de sanciones drásticas contra Rusia y sus ciudadanos (obviamente preparadas de antemano como lo demuestra la rapidez y sincronía con que fueron anunciadas). Lo que pasó va a aumentar las tendencias negativas en la economía mundial.

Entendemos perfectamente que las sanciones impuestas afectarán no solo la economía nacional sino también la vida de la gente sencilla, porque están relacionadas con la deuda e inversiones públicas, comercio exterior, sector financiero, viajes aéreos, restricciones personales contra funcionarios estatales y empresarios, medios de comunicación e Internet, relaciones diplomáticas (incluso emisión de visados). También incluye ruptura unilateral de conexiones comerciales, culturales y deportivas a nivel internacional. Al mismo tiempo, es obvio que los intentos de aislar económicamente a un país como Rusia en el mundo globalizado de hoy tendrá un impacto negativo en el desarrollo de la economía de todo el planeta.



El sector energético seguramente estará uno de los más afectados. Aunque Rusia sigue cumpliendo todos sus compromisos de suministro contractuales las actuaciones de los países occidentales ya causaron un aumento sin precedentes de los precios del petróleo y el gas en el mercado internacional. Cabe señalar que esta situación en primer lugar afecta a los mismos consumidores de los países europeos. Aunque parce que no lo quieren aceptar. Independientemente de esta circunstancia, los analistas esperan un fuerte aumento en las tarifas de transporte: según estimaciones de la consultora FourKites, el costo del flete marítimo podría aumentar en dos a tres veces (hasta 30 mil de dólares por contenedor), y el precio del flete aéreo saltar aún más, teniendo en cuenta el cierre del espacio aéreo sobre Rusia para las aerolíneas de 36 países en respuesta a acciones unilaterales ilegítimas de ellos prohibiendo el acceso de compañías aéreas nacionales a su territorio (una medida dirigida principalmente contra ciudadanos rusos).

Las sanciones occidentales también golpearán fuertemente a la seguridad alimentaria internacional. Rusia y Ucrania ocupan conjuntamente alrededor del 30% del mercado de exportación de trigo, el 80% del girasol y el 19% del maíz. La desconexión de varios bancos rusos del sistema SWIFTdificultará los pagos por estos productos y como consecuencia llevará a la reducción de sus suministros. Al mismo tiempo, el sector agroindustrial de varios países (entre ellos latinoamericanos) depende mucho delas importaciones de fertilizantes que se producen en Rusia y Bielorrusia. En relación con esto, ya se observa el crecimiento de los precios de productos agrícolas y en el futuro podrá surgir una crisis alimentaria en distintos países.

Por otro lado pueden surgir grandes problemas en el sector financiero. Según la agencia de calificación Fitch, la imposición de sanciones ejercerá presión sobre la calidad de los activos de los grandes bancos de Europa occidental, los riesgos operativos de estos bancos podrían aumentar significativamente, ya que deben garantizar el cumplimiento de las sanciones durante las operaciones. Además, cualquier golpe severo adicional a la economía global empañaría las perspectivas financieras de estos bancos. Además, las empresas de leasing europeas que vendieron aviones del gigante aeronáutico Airbus a Rusia también pueden sufrir mucho: en relación con la política de sanciones de los países europeos, la administración de dichas empresas debe garantizar la devolución de los aviones de leasing lo antes posible (según los expertos, se trata de casi 500 aparatos) en condiciones de espacio aéreo cerrado y encontrarles nuevos usuarios. Por ahora nadie sabe cómo realizar esta tarea.

Los analistas también expresan su preocupación por el desarrollo de la situación con el suministro de materias primas para la producción de semiconductores en los Estados Unidos (que puede reforzar problemas con el déficit de este producto): el 90% del neón necesario para esto proviene de Ucrania, el 35% del paladio – de Rusia. Cabe destacar que a principios de febrero de este año (dos semanas antes de los eventos en Ucrania) el gobierno norteamericano advirtió a los fabricantes nacionales de chips que diversifiquen sus cadenas de suministro en caso de que Rusia responda a las restricciones de exportación de tecnología bloqueando el acceso de las empresas estadounidenses a algunos materiales clave. Además, Rusia es líder en la exportación de metales de tierras raras utilizados en la producción de diversos productos electrónicos. Una prohibición de su exportación también puede tener amplia influencia en el desarrollo de las empresas que producen tales equipos.

El proyecto de ley en discusión en los EE. UU. para imponer sanciones contra todas las empresas rusas de propiedad estatal aumenta los riesgos para la seguridad nacional.

En relación con esto nuestro país se verá obligado a reorientar la cooperación comercial y económica de Oeste a Este (lo que ya sucede). A la luz del desarrollo de esta historia, según director ejecutivo de la compañía financiera Bocom International Hong Hao, se prevé una mayor expansión de las sanciones a los productos de sector energético y de otros sectores importantes de la economía rusa (cuya importación Occidente no puede prohibir en perjuicio propio), su posible exclusión de los acuerdos internacionales con la mayoría de los países europeos, podría conducir a la «desdolarización» de las transacciones en áreas estratégicas entre Europa y Rusia, lo que probablemente sea el comienzo del colapso de hegemonía del dólar en la economía global. En fin, las consecuencias de las sanciones occidentales contra Rusia y sus ciudadanos van a tener un efecto negativo global y sin duda afectarán a los mismos países que aplican estas prácticas. No va a ganar nadie, pero perderán todos.

Al mismo tiempo, la mayoría de los estados del mundo, incluso de América Latina, no son partidarios de medidas económicas restrictivas y están partiendo de sus intereses pragmáticos nacionales, continuando la cooperación mutuamente beneficiosa con Rusia. Según los datos del instituto Uruguay XXI, en 2021el intercambio comercial ruso-uruguayo aumentó 31.6%, alcanzando 217,7 millones de dólares. Esperamos que esta tendencia positiva continua. Un detalle importante: el saldo positivo para Uruguay es 18,1 millones. Principales exportaciones uruguayas son carne (45,4 millones), leche y productos lácteos (49,2 millones), pescados (5,2 millones), semillas y frutos (5,4 millones). Rusia vende a Uruguay abonos/fertilizantes (68,8 millones), combustibles minerales (18,7 millones), productos químicos inorgánicos (3 millones).

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